Alguien dirá que porque es lo correcto, y es cierto. Alimentar el hábito de hacer lo correcto en un mundo como el deportivo siempre es acertado. Y en una competición, el esfuerzo de volver y recuperar una puerta, por mucho que cueste, se valora mucho por parte del público, por poner un estímulo externo.
Fábio Dias Rodrigues, que siempre vuelve para hacer una más. (Foto de Ettore Ivaldi)
Pero yo quiero ir un poco más allá, y dar una razón más profunda. Por instinto. O mejor dicho, para que el instinto nos ayude a tomar mejores decisiones inconscientes en el futuro.
Nuestro instinto de supervivencia está configurado para evitar al máximo situaciones de riesgo y para reducir al máximo el gasto de energía, ya que nuestros ancestros no sabían cuando iba a ser la próxima vez que pudieran comer. ¿Qué tiene que ver con el slalom?
Remontar cuesta. En ocasiones mucho, a veces ni se puede. Otras, incluso tienes que arriesgar para poderlo hacer. Es una cuestión de elecciones. Si yo me salto una puerta, y el resultado que obtengo es el de seguir hacia abajo y no cansarme tanto ni arriesgarme, ¿Cuál va a ser la elección de mi subconsciente la próxima vez que no esté bien para llegar a una puerta? "Corre 'pabajo' que tenemos prisa". Pero si cada vez que me salto una puerta vuelvo, tengo que pasar por dentro de un rulo, me dejo la piel para subir por al lado de unas piedras... Todo eso no puede hacer otra cosa que condicionarme para la próxima vez. Mi cuerpo no quiere cansarse, mi cuerpo no quiere arriesgarse, por lo que remontando siempre, y cuanto más difícil la vuelta mejor, me estoy condicionando a esforzarme en el primer momento, para no tener que volver después. Me va a dar pereza saltarme la puerta, y sin quererlo, voy a hacer lo que pueda para no saltármela.
Desde un cierto punto de vista, puede considerarse como usar el miedo y la pereza a nuestro favor.
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